Ya hemos visto como el Marxismo es una doctrina basada en el ateísmo, en el odio sistemático y en la máxima diabólica de que el fin justifica los medios. Ello bastaría para que cualquier cristiano se apartara con horror del Marxismo.
Pero hay sacerdotes y seglares católicos que ante graves situaciones de explotación e injusticia se han dejado seducir por el marxismo o comunismo y plantean una concepción del cristianismo que busca hacerlo compatible con el marxismo: Así presentan a un Jesucristo que sería un político, para algunos casi un guerrillero (algunos teólogos de la liberación así nos lo presentan).
Y olvidan que Jesús, verdadero Dios y hombre, dejó claro ante Pilatos poco antes de morir que Él no quería recurrir a las armas humanas. "Mi Reino no es de este mundo; si de este mundo fuera mi Reino, mis ministros habrían luchado para que Yo no fuese entregado a los judíos; pero mi Reino no es de aquí" (Jn 18, 36). Y, en su vida pública, cuando la multitud pretende hacerlo rey, Jesús huye: "Y Jesús, conociendo que iban a venir para arrebatarle y hacerle rey, se retiró otra vez al monte Él solo." (Jn 6, 15). Así pues Jesús no aspiraba al poder temporal, no era un político.
Otros teólogos de la liberación usan el Marxismo para analizar a la Iglesia: así, por ejemplo, uno de ellos (Leonardo Boff) hace una crítica marxista de los Sacramentos que, según esto serían un mecanismo de explotación de los más pobres. Y olvida que los Sacramentos fueron instituidos por Jesucristo como canales habituales de la gracia de Dios y que lo que Dios ha hecho no puede analizarse como si de una obra meramente humana se tratara.
Y, por otra parte, de siempre los sacramentos han sido gratuitos, y ningún sacerdote hace pagar por confesarse o comulgar o ir a Misa (Lo único que puede dar pie a tan peregrino e irrespetuoso análisis serían los estipendios de las Misas que se solicitan principalmente por los difuntos. Y, aunque puede discutirse que tales estipendios sean lo mejor, la Iglesia los ha establecido par dar a los sacerdotes unos ingresos que les permitan vivir, según lo que dice el Evangelio refiriéndose a los apóstoles: "el que trabaja bien merece su recompensa", es decir tienen derecho a vivir de su ministerio).
Más grave es aún lo que denuncia el Documento elaborado por la Conferencia Episcopal de Colombia, titulado. "Identidad cristiana en la acción por la justicia", refiriéndose a la concepción teológica de algunos de estos partidarios del marxismo que piensan que no existe más que el pecado social, por ejemplo el pecado de explotación económica y que el resto de los pecados no tiene importancia.
Esta actitud es una verdadera falsificación y traición del y al Evangelio: Por otra parte quién puede pensar que será honrado con sus compañeros de trabajo o con sus empleados o con sus votantes, el que no es honrado con su mujer y con sus hijos, por ejemplo el que comete adulterio. Si no es fiel con quien tiene mayores lazos de afecto, ¿cómo esperar que sea fiel con quienes no está tan ligado? ¿cómo esperar que sea fiel en el mundo de la economía, de la política, etc?
Ello muestra la inconsecuencia de pensar que sólo existe el pecado social, pues éste hunde sus raíces en una actitud del corazón. El alejamiento del amor a Dios y al prójimo en cualquier terreno, el pecado en todas sus tristes manifestaciones, prepara el terreno para la corrupción, para la explotación, para la injusticia.
Abundando en lo mismo, si uno no duda en ofender a Dios que tan bueno, santo, misericordioso es, qué le detendrá en ofender a los hombres, que tan raramente son dulces, misericordiosos y bondadosos. Además todo pecado, no sólo ofende a Dios, sino que a la larga perturba la justicia de la sociedad.
Y, al contrario toda conversión sincera supone un aumento de la justicia, como en el caso del pecador Zaqueo, que nos cuenta el Evangelio, que se convirtió y en presencia de Jesús decidió devolver con creces lo defraudado y dar la mitad de sus bienes a los pobres (Lucas 19, 1-10); en este caso vemos como el cambio de corazón de un hombre injusto, que se había enriquecido a costa de los demás, repercute en la mejora de la suerte de los más necesitados y en la reparación de la injusticia cometida.
Por otra parte, como la caída de los sistemas comunistas a partir de 1989 ha dejado claro y como dijo Pablo VI: "aun los sistemas más idealizados se convierten pronto en inhumanos si las inclinaciones inhumanas del hombre no son saneadas, si no hay una conversión de corazón y de mente por parte de quienes viven en esas estructuras o las rigen".
En cambio esos teólogos simpatizantes el marxismo tienden a hacer del cambio de sistema económico un talismán, un ídolo al que sacrifican todo, esperando ilusamente que tal cambio solucionará todos los problemas de la sociedad y del hombre, como si el mero cambio de estructuras económicas conllevara automáticamente la conversión de los corazones de los hombres.Si bien, también es cierto que no puede darse una conversión sincera sin reparación de las injusticias (y, en su caso sin sanear las estructuras económicas injustas, las estructuras de pecado): Si Zaqueo no hubiera devuelto lo robado su conversión no habría sido verdadera. Si los miembros de una sociedad se vuelven a Dios, pero permiten que persistan unas relaciones de explotación, su conversión no es verdadera:
Como dicen los profetas del Antiguo Testamento Dios no se complace en los sacrificios si no se remedian las injusticias. Y hollar el derecho de la viuda y del huérfano, o no pagar el salario justo al obrero es incompatible con el amor a Dios, con una verdadera conversión.
Pero los marxistas no quieren la conversión del injusto para que se salve, en realidad no creen en el Cielo y el Infierno, en la otra vida, ni creen que hemos de amarnos los unos a los otros.
Los obispos de Colombia nos dicen por qué los cristianos no pueden colaborar con el Marxismo: "No busca el remedio de las injusticias por la conversión de los injustos, sino por la destrucción violenta del adversario al que, con un criterio maniqueo, ve como absoluta e irremediablemente malo. Con ello viene a sustituir una injusticia por otra injusticia, y la caridad cristiana, que manda amar aun a los enemigos, por el odio sistemático"
La osadía de estos sacerdotes denunciados por los obispos colombianos y que también existen en nuestro país, llega hasta desvirtuar sacrílegamente la Santa Misa:
"La Eucaristía dejó de ser para ellos el Sacrificio y el Banquete del Señor, para trastocarse en medio de "concienciación", en instrumento de lucha revolucionaria, en ocasión de arengas políticas. De ahí que nada les impida burlar todas las normas de la celebración y elaborar a su antojo oraciones, fórmulas y cánticos, que destruyen el sentido sagrado de la liturgia y la convierten en acto de protesta e incitación a la revuelta" (Documento citado).
Citan fuera de su marco trozos sueltos de la Sagrada Escritura que interpretan alejándose de su espíritu y dando la espalda a siglos de Santa Tradición de la Iglesia. Sobre esto nos dicen los obispos:
"Para sustentar estas teorías amañan la Sagrada Escritura y se afanan por apoyar en ella los elementos básicos de su ideología". "Allí pretenden descubrir a un Cristo político, revolucionario y subversivo como única posible interpretación de la persona y obra de Jesús. Según esta imagen (…), se proponen igualmente cambiar la visión de la Iglesia, redefinirla y así convertirla en instrumento apto de revolución. Se fabrican por tanto otra Iglesia, distinta de la que conocemos, cuya opción puramente temporal la lleva a comprometerse con el socialismo marxista".
Continúan los obispos colombianos: "Valores tan entrañablemente evangélicos como el diálogo, el perdón, la reconciliación, la conversión, son presentados como frutos de la ideología capitalista".
Los obispos reafirman un legítimo pluralismo político de los cristianos para crear nuevos sistemas económicos y políticos dignos del hombre, que escapen a los "vicios estructurales del capitalismo o neocapitalismo o de los socialismos marxistas"
Y, prosigue el citado documento:
"La Iglesia hace suya la lucha por la justicia,…y no se pliega a una falsa noción de resignación" "pero rechaza la dinámica de la lucha de clases tal como es presentada por el marxismo".
Y dice Pablo VI a estos cristianos, algunos incluso bienintencionados: "al querer comprometer a la Iglesia en el esfuerzo de liberación han sentido con frecuencia la tentación de reducir su misión a las dimensiones de un proyecto puramente temporal, de reducir sus objetivos a una perspectiva antropocéntrica; la salvación…a un bienestar material; su actividad a iniciativas de orden político o social, olvidando toda preocupación espiritual o religiosa. Si esto fuera así, la Iglesia perdería su significación más profunda. Su mensaje de liberación no tendría ninguna originalidad y se prestaría a ser acaparado y manipulado por sistemas ideológicos y partidos políticos".
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>El Magisterio supremo de la Iglesia ha advertido de los errores de una cierta teología de la liberación y de "Cristianos para el Socialismo", aunque admite que puede haber una sana teología de la liberación, ya que no sólo el espíritu sino también el cuerpo de los hombres debe ser objeto de caridad y justicia.
Magisterio de la Sagrada Congregación para la doctrina de la Fe.- Autorizado por el Papa Juan Pablo II:
De esta Sagrada Congregación empecemos por la «Instrucción sobre algunos aspectos de la "Teología de la Liberación"» del 3 de Septiembre de 1984, incluimos los fragmentos más significativos:
"Liberación es ante todo y principalmente liberación de la esclavitud radical del pecado"
"En efecto, ante la urgencia de los problemas, algunos se sienten tentados a poner el acento de modo unilateral sobre la liberación de las esclavitudes de orden terrenal y temporal, de tal manera que parecen hacer pasar a un segundo plano la liberación del pecado, y por ello no se le atribuye prácticamente la importancia primaria que le es propia".
"La presente Instrucción tiene un fin…atraer la atención…sobre las desviaciones y los riesgos de desviación, ruinosos para la fe y para la vida cristiana, que implican ciertas formas de teología de la liberación que recurren, de modo insuficientemente crítico, a conceptos tomados de diversas corrientes del pensamiento marxista".
"No es una desautorización de la opción preferencial por los pobres. De ninguna manera podrá servir de pretexto para quienes se atrincheran en una actitud de neutralidad e indiferencia ante los trágicos y urgentes problemas de la miseria y de la injusticia. Al contrario, obedece a la certeza de que las graves desviaciones ideológicas que señala conducen inevitablemente a traicionar la causa de los pobres."
"No se puede tampoco localizar el mal principal y únicamente en las "estructuras" económicas, sociales o políticas malas, como si todos los otros males se derivasen como de su causa de estas estructuras de suerte que la creación de un "hombre nuevo" dependiera de la instauración de estructuras económicas y sociopolíticas diferentes. Ciertamente hay estructuras inicuas y generadoras de iniquidades, que es preciso tener la valentía de cambiar."
"Frutos de la acción del hombre, las estructuras, buenas o malas, son consecuencias antes de ser causas. La raíz del mal reside en las personas libres y responsables, que deben ser convertidas por la gracia de Jesucristo, para vivir y actuar como criaturas nuevas, en el amor al prójimo, la búsqueda eficaz de la justicia, del dominio de sí y del ejercicio de las virtudes."
"Cuando se pone como primer imperativo la revolución radical de las relaciones sociales y se cuestiona, a partir de aquí, la búsqueda de la perfección personal, se entra en el camino de la negación del sentido de la persona y de su trascendencia, y se arruina la ética y su fundamento que es el carácter absoluto de la distinción entre el bien y el mal."
"Por otra parte, siendo la caridad el principio de la auténtica perfección, esta última, no puede concebirse sin apertura a los otros y sin espíritu de servicio".
"Para otros, parece que la lucha necesaria por la justicia y la libertad humanas, entendidas en su sentido económico y político, constituye lo esencial, el todo de la salvación. Para éstos, el Evangelio se reduce a un evangelio puramente terrestre".
"Hay una auténtica teología de la liberación, enraizada en la Palabra debidamente interpretada."
Sobre una aberración: "La Eucaristía transformada en celebración del pueblo en lucha".
"Este sistema como tal es una perversión del mensaje cristiano tal como Dios lo ha confiado a su Iglesia".
"También se pretende que es mantener, con mala fe, una ilusión engañosa el afirmar que el amor, en su universalidad, puede vencer lo que constituye la ley estructural primera de la sociedad capitalista (la lucha de clases)".
(Una característica de la corriente condenada) "El inmanentismo historicista (se puede reducir a Dios y a la salvación a la historia terrena), Dios se hace historia, no hay que distinguir entre historia profana e historia de la salvación".
"Es cierto que se conservan literalmente las fórmulas de la fe, pero se les atribuye un nuevo significado (herético)"
"Se da una interpretación exclusivamente política a la muerte de Cristo".
"En la lucha por los derechos del hombre hay que usar medios conformes a la dignidad humana: la violencia ciega debe ser condenada: la violencia engendra más violencia".
"La inversión por la violencia revolucionaria de las estructuras injustas no es "ipso facto" el comienzo de la instauración de un régimen justo. Millones de nuestros contemporáneos aspiran legítimamente a recuperar las libertades fundamentales de las que han sido privados por regímenes totalitarios y ateos que se han apoderado del poder por caminos revolucionarios violentos precisamente en nombre de la liberación del pueblo. No se puede ignorar esta vergüenza de nuestro tiempo. Los cómplices traicionan, quizá inconscientemente, a los pobres que intentan servir."
El 22 de marzo de 1986 salió otra Instrucción de la Congregación para la Doctrina de la Fe, titulada "Libertad cristiana y liberación" y aprobada por el Papa Juan Pablo II. De ella entresacamos el siguiente pasaje:
98.- "Los pastores y todos aquellos, sacerdotes y laicos, religiosos y religiosas que trabajan a menudo en condiciones muy duras en la evangelización y la promoción humana integral deben estar llenos de esperanza pensando en los extraordinarios recursos de santidad contenidos en la fe viva del pueblo de Dios. Hay que procurar a toda costa que estas riquezas del sensus fidei puedan manifestarse plenamente y dar frutos en abundancia.
Es una noble tarea eclesial que atañe al teólogo, ayudar a que la fe del pueblo de los pobres se exprese con claridad y se traduzca en la vida, mediante la meditación en profundidad del plan de salvación, tal como se desarrolla en relación con la Virgen del Magnificat.
De esta manera, una teología de la libertad y de la liberación, como eco filial del Magnificat de María, conservando la memoria de la Iglesia, constituye una exigencia de nuestro tiempo. Pero sería una grave perversión tomar las energías de la religiosidad popular para desviarlas hacia un proyecto de liberación puramente terreno que muy pronto se revelaría ilusorio y causa de nuevas incertidumbres. Quienes así ceden a las ideologías del mundo y a la pretendida necesidad de la violencia, han dejado de ser fieles a la esperanza, a su audacia y a su valentía, tal como lo pone de relieve el himno al Dios de la misericordia, que la Virgen nos enseña".
Teólogos de la liberación heterodoxos o grupos como Cristianos para el Socialismo que lesionan gravemente el Evangelio reduciéndolo a un proyecto de liberación temporal y olvidando que es fundamentalmente un mensaje de salvación eterna, que olvidan que existe un Cielo y un Infierno ("¿de qué le sirve a un hombre ganar todo el mundo si pierde su alma?"), podrían escuchar dócilmente la voz del Papa.
En este sentido, una ortodoxa, Vassula Ryden, nos transmite este mensaje (según ella de parte de Jesús) (si bien esta revelación privada está sometida a un comprensivo estudio por parte de la autoridad eclesiástica):
"Yo he escogido a Pedro para ser vuestro guardián, para que os conserve en la Verdad hasta Mi Retorno. Pero los hombres Me han desobedecido. Ellos se han dividido, exponiendo sus propias reglas. En verdad os digo: "No escuchéis a los que se oponen a Pedro. Este Pedro-de-Mis-Corderos, que ahora (entonces era) es Juan Pablo II…Él ha sido escogido por Mí y es el amado de Mi Alma. No escuchéis a los que lo condenan. Ellos se han extraviado".."Yo os suplico como un mendigo que ha sido lisiado por sus propios amigos, os suplico que retornéis todos a Pedro y seáis Uno, como el Padre y Yo somos Uno".